La noche del 16 de septiembre de 1988, Monterrey sufrió el golpe destructor del poderoso huracán “Gilberto”.
“Gilberto” nombre propio que tal vez nos trae a la mente a algún familiar, amigo o conocido, pero que para miles de regiomontanos representa una pesadilla vivida hace 33 años, la noche del 16 de septiembre de 1988, con la llegada del huracán del mismo nombre.
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Las advertencias de los espacios noticiosos y de las autoridades sirvieron de poco, el huracán tomó por sorpresa a la mayor parte de la población y esa noche y la madrugada del 17 se volvieron horas eternas, que provocaron terror, caos y destrucción.
Rápidamente, el río Santa Catarina se convirtió en una furiosa corriente de agua, lodo y escombro que arrastró todo lo que se puso a su paso.
Calles y avenidas quedaron anegadas y varias colonias quedaron bajo el agua o bajo el lodo.
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La tragedia fue mayúscula, la cifra de muertos quedó en 200, sin embargo hay quien asegura que fueron más de 2 mil.
Tal vez la historia más recordada fue la de un grupo de policías judiciales (comandante César Cortez Vázquez “El Campeón”, Oscar Vázquez Hernández, Mario Javier Ríos Zamora y Miguel Juan Manzano de la Cruz), quienes intentaron rescatar a varias personas que quedaron atrapadas dentro de varios autobuses en el río Santa Catarina, a la altura de Miravalle.
Desafortunadamente, los judiciales y el operador de un trascabo fallecieron tras ser arrastrados por la corriente.
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Pasaron los días y los cuerpos siguieron apareciendo, algunos de ellos dentro de vehículos que quedaron enterrados en el río mencionado.
La magnitud de las lluvias fue tal, que parte de las tumbas del Panteón Municipal #2 de Guadalupe quedaron expuestas por el reblandecimiento del terreno.
Al drama de los muertos se unió el drama de los desaparecidos. Cientos de personas jamás volvieron a ser vistas, se dice que una gran parte de ellas quedaron enterradas a varios metros bajo el cauce del río Santa Catarina.
Por otro lado, cerca de 30 mil personas quedaron damnificadas y hubo daños por 200 mil millones de pesos, lo que representaba un duro golpe para el estado.
Afortunadamente la ciudad se recuperó de esa tragedia.
Hoy a 34 años de distancia sigue vivo el recuerdo de estas horas infernales que se vivieron en Monterrey. Ojalá que nunca más vivamos algo parecido a lo vivido con el huracán “Gilberto”.